Así procedimos el profesor Osborn y yo al construir el colosal esqueleto de brontosauro que extiende sus cincuenta y siete pies de longitud y levanta sus diez y seis pies de altura en el Museo de Historia Natural, para espanto y admiración del mundo entero: el esqueleto mas majestuoso del planeta. Teníamos nueve huesos, y construimos lo demás con yeso. Y porque se nos acabó el yeso, porque, de lo contrario, habríamos construido un brontosauro tan grande como el Shakespeare de Stratford, y nadie, salvo un experto, podría haber distinguido cual era más grande o cual tenía más yeso.