Cuando conoció a Alfred Hitchocok en 1959, Evan Hunter tenía treinta y dos años y, aunque neófito en Hollywood, era un novelista de éxito, autor de best sellers rápidamente llevados al cine como Semilla de maldad o Un extraño en mi vida, y conocido asimismo, con el alias de Ed McBain, por sus incursiones en el género policial. Hitchcock pasaba de los sesenta y estaba en la cúspide de su carrera cinematográfica. La relación profesional entre ambos se inició con un par de adaptaciones para la serie de televisión Alfred Hitchcock presenta, siguió con el guión de Los pájaros y se truncó con el de Marnie, la ladrona, del que Hunter fue despedido al parecer por diferencias de base respecto a la célebre escena de la violación. Casi cuatro décadas después, el escritor y guionista recuerda los pormenores de su trabajo con el mago del suspense en este libro que es un grato y detallado compendio de afinidades y discrepancias, resistencias y rectificaciones, tanto en el plano técnico como personal, y que recupera aspectos inéditos de la trastienda de un momento dorado en la historia del cine.