Después de tantos años de intercambio cultural entre China y el mundo, casi todos recordamos con cariño la leyenda de la carrera por el zodíaco chino, que es más o menos así: Huang Di, el legendario Emperador Amarillo, una vez que decidió cambiar de plano para establecerse en el cielo por toda la eternidad, convocó a una carrera a todos los animales de la creación. Los primeros doce que llegaran tomarían con él un lugar en el cielo y en el tiempo, dando vida a un zodíaco, cuyo objetivo sería el de ayudar a la humanidad a alcanzar también la iluminación. Este zodíaco tendría las claves para vivir bien en la Tierra, sin alterarla, sin agredirla. El zodíaco serviría también para armonizar las relaciones entre todos los seres sintientes y para que, desde el seno de la familia, la sociedad entera se beneficiara por la guía amorosa de este sistema de doce años, doce meses, doce días, doce horas. Cada momento sería invaluable para comprender los ciclos de la naturaleza y el papel del hombre dentro de ella. Doce animales llegaron al palacio imperial y doce animales comenzaron una aventura que cuenta hoy más de cuatro mil años de historia y leyenda.
