Al proponemos estudiar el tema del epígrafe surge como exigencia inevitable el precisar, previamente, tanto lo que entendemos por interpretación jurídica, como lo que entendemos por Constitución. Obvio es señalarlo, que el alcance y contenido que atribuyamos a ambos términos, han de condicionar recíprocamente el posterior análisis sobre la interpretación constitucional. La mirada en torno a esta cuestión central, tiene por objetivo principal el individualizar algunas directivas reguladoras u orientadoras del intérprete constitucional. Adelantarnos que nuestro punto de vista se localizará, en gran medida, en el control judicial de constitucionalidad y según el sistema americano que nuestro país asimiló. Nos anima la convicción de que la doctrina nacional lejos ha estado de prestar la atención que merece tan significativo y relevante tema, por eso alentamos la conveniencia y hasta la necesidad de que la problemática en cuestión, se convierta en objeto de la reflexión y del debate que ella merece, especialmente en un Estado que ha iniciado con firmeza una etapa de consolidación constitucional. Por supuesto que nos atemoriza el no ser especialistas en ternas constitucionales, pero nos justificamos en la importancia decisiva que tiene para todo jurista -incluyendo al jurista-filósofo que pretendernos ser- aquella norma que preside el ordenamiento jurídico y que consagra un sistema de valores conforme a los cuales se propone vivir una sociedad.
