Iván era un niño ¿Cómo o lo diría? Pues un niño ni grandote como un gigantón aplasta bosques, ni escuchimizado como un saltamontes japonés. Iván era un auténtico aventurero, de los de verdad. Por eso, cuando su encantadora vecinita Mariquitina le pidió, con lágrimas en los ojos, una naranja de la China, él se puso en marcha.