Cuando yo estaba a cargo de la biblioteca del colegio se me acercó una niña de seis años con un libro sobre cómo dejar de fumar. Le hice ver que no era un libro para ella, y respondió: Es para mi padreö.áAl día siguiente lo trajo de vuelta. Me interesé por ella y... Me dijo que no podía leerlo hasta que no terminase de preparar sus oposicionesö, fue su respuesta esta vez.áLa vi irse preocupada y triste. Y yo, como buena fumadora, prometí que algún día escribiría un cuentos para ella.