Había una vez un león que trabajaba de gato. Todas las mañanas se ponía su disfraz de gato y hacía de gato echadito sobre un sillón. Trataba de dormir, pero estaba muy nervioso porque temía que lo fueran a descubrir: su disfraz estaba muy gastado, le quedaba chico y por las costuras empezaba a asomar su piel de león. ¿Qué iba a hacer si la pequeña Julia se daba cuenta de que no era gato sino león?