Si algo distingue a la obra literaria de Cortázar es que podemos encontrarle ´intersticios´, pasadizos que se abren a cada tramo de su prosa, derivando hacia otras múltiples lecturas. Y su vida no escapa de la pluralidad de sentidos. Como un calidoscopio de infinitos matices que trasciende las barrera del lenguaje y se proyecta por senderos impensados, el hombre Cortázar se funde con su prosa en un juego de espejos que pareciera no tener principio ni fin.