No es escandaloso que se le sugiera a la filosofía preguntarse de vez en cuando qué es lo que hace realmente para justificar la consideración real, yen ocasiones excesiva, que se le otorga. Mientras no se llegue a una apreciación un poco más correcta de la naturaleza exacta de la demanda de filosofía y de las posibilidades que tiene de satisfacerla con éxito, es de temer que la actitud del público hacia ella continúe oscilando indefinidamente entre la expectativa poco razonable y la desilusión completa, y que su situación, así como la de sus representantes, oscile entre una gloria no necesariamente merecida, y el descrédito, que tampoco merece. Casi sobra decir que la demanda de filosofía, cuando se la comprende correctamente, no es tan imposible de satisfacer como a veces se dice, y que sus repetidos fracasos no justifican ninguna de las reacciones de pánico y confusión que se observan. En torno a estas cuestiones reflexiona Bouveresse en esta obra.