La gramática profunda de categorización que está en la base de esta obra, La filosofía política en perspectiva, se muestra con claridad en cuanto contraponemos los trabajos aquí recogidos con los numerosos estudios que, en nuestros días, vienen a concluir en la consabida crisis de ´el hombre´, en la pérdida de sentido que le aqueja y en la incapacidad del ámbito de la política para hacer frente a tales problemas de crisis epocal. Así, por ejemplo, Berger y Luckmann han situado en los procesos de modernización, secularización y pluralismo la pérdida de unidad de las experiencias que afectan tanto al orden constitutivo de la subjetividad como a los procesos de socialización y de actividad de los individuos. Esta crisis que afecta a los individuos tan profundamente, motivada por la pluralidad y diferenciación político sociales, sólo encuentra un paliativo en las denominadas ´instituciones intermedias´ que no eliminan las causas pero ´son capaces de administrar dosis homeopáticas´ de sentido que permitan sortear la enfermedad de la pérdida de sentido. Y entre estas ´instituciones intermedias´ las que ocupan un lugar privilegiado son, sin duda, las Iglesias. Tales planteamientos proponen soluciones apolíticas cuando no claramente impolíticas. Con ello se abandona uno de los ejes cardinales de la cultura de nuestro ámbito occidental: la política.