¡Es verdad que Rawls carece, como dicen algunos de sus críticos -Chantal Mouffe, Humberto Schettino y Jesús Rodríguez Zepeda-, de un entendimiento de lo que es la política y que, para no tener que lidiar con ella, se refugia en la moral? ¡O que, por el contrario, establece una indebida relación entre la moralidad política y la realidad política, legitimando su filosofía política a partir de esta última y, en consecuencia, despotenciando el carácter crítico-normativo propio de la moralidad política, como dicen otros de sus críticos -Jürgen Habermas, Stephen Mulhall y Thomas MacCarthy-? Si esto es así, si la filosofía rawlsiana es una forma más bien política (más bien ideológica que filosófica y, por ende, atrapada en una circularidad) de defender el liberalismo en contra de las posiciones no liberales, como también ha sido interpretada, ¿qué tanto juego permite la política rawlsiana a esas posiciones no liberales? ¡Es la suya una política ´fijista´ que cierra precisamente el juego político, especialmente como debería darse en una democracia, una suerte de inmovilismo al servicio del status quo, como sugiere en alguna de sus críticas Habermas? Estas son las principales preguntas a las que responde este libro.