El autor se propone un estudio temático sobre el hecho de la relación interpersonal. Da preferencia a sus formas auténticas y las describe en cuanto hecho real que vivimos como regalo, como luz que otorga su sentido al resto de nuestra existencia. Con ello nos ofrece una exposición global de la concepción personalista, pues la descripción fenomenológica del hecho de la relación interpersonal auténtica constituye el objetivo principal de los personalistas dialógicos. Hay que notar que este hecho no se intenta deducir, sino que se toma como punto de partida. Se descubren y se analizan la palabra y el amor como sus constitutivos esenciales, y se estudia el papel de la corporalidad, la importancia de la intercomunicación, de la confidencia y del testimonio, las formas concretas del amor (fidelidad, confianza, simpatía, respeto, etc.) y, sobre todo, las características de la comunión interpersonal, que aparece como irreductible a categorías puramente racionales. En la fase sintética de la descripción se expone la dimensión personal e incluso religiosa de las cosas, la recuperación del yo en el tú, la asunción de lo natural en lo personal, el enraizamiento del mundo sociopolítico y de la misma historia humana en la relación interpersonal y, por último, el resultado final del proceso de personalización, con la captación creativa del sentido de la Historia, a pesar de la experiencia del sinsentido, y con el acceso humano al Absoluto, lo cual remite ya a la dimensión teológica de la existencia y de la Historia. Así, la relación interpersonal auténtica se nos muestra como el lugar privilegiado de la experiencia ética y metafísica, e incluso del encuentro con Dios, y se pone al servicio de la deseada reconciliación entre la filosofía y la teología.