JESUS FERNANDO LAZALDE MONTOYA
La historia del Estado de Durango y el desarrollo de la Provincia de la Nueva Vizcaya han sido objeto de la atención de historiadores e interesados en el tema desde el siglo XVI. Para lograr la reconstrucción de cuatro siglos de narración se ha recurrido a los archivos locales, nacionales y extranjeros, donde se guardan diversos tipos de documentos sobre el tema: informes militares y religiosos, acuerdos, órdenes reales y otros instrumentos públicos. En esta ocasión examinamos un legajo que contiene antiguas escrituras, copia de los documentos originales, referentes a mercedes de tierras, compraventa de propiedades y nombramientos de funcionarios, todos redactados a partir del momento en que se llevó a cabo la fundación de la capital de la provincia. A diferencia de la acuciosa búsqueda de bibliografía en archivos y bibliotecas, en esta oportunidad disponemos de un manuscrito que permaneció resguardado entre los papeles de sus propietarios, quienes los conservaron con interés a través del tiempo, ya que garantizaban la propiedad legítima de sus bienes, el rescate y estudio de estos documentos provee información importante sobre la vida cotidiana en el entorno colonial de Durango. Su exposición a la luz pública en el siglo XXI nos traslada a los primeros días de la fundación de la Villa de Durango, llevándonos de la mano con los personajes que protagonizaron estos hechos, bajo las condiciones precarias que el medio ambiente proveía en esa época. El presente legajo constituye una fuente de información de características especiales, ya que habiendo permanecido oculto a la vista de investigadores precedentes, sus datos son de interés primordial para el conocimiento del pasado durangueño.