Cuando supe que Jaime Chabaud, hace ya algunos años, se disponía a escribir teatro para niños, me puse muy contenta. ´¡Qué bueno...!´, pensé, ´que un autor ya consolidado, con trabajos muy importantes, quiera asomarse al mundo de la dramaturgia para niños, donde tanta falta hace´.áEn Lágrimas de agua dulce se plantea con gran agudeza el tema de la explotación de los niños, de aquellos que pierden su infancia por la falta de responsabilidad y la ambición de los adultos. Hay en el texto un aroma al teatro de Oscar Liera, tan afecto a desenmascarar a los ´notables´, incluidos la Iglesia y sus sacerdotes.áEn la obra, los niños son niños de verdad, con sus juegos, con su curiosidad acerca del sexo, con sus crueldades, pero que, inevitablemente, ante la magnitud del abuso perpetrado por los adultos hacia Sofía, la protagonista, responden solidariamente intentando poner orden en un mundo desquiciado donde lo único que importa es el dinero.áLa obra no tiene un final feliz. No podría tenerlo, porque eso sería hacer una concesión para las buenas conciencias. Pero no deja un sabor amargo, por-que las lágrimas son de agua dulce y la historia también nos habla de la generosidad, de la solidaridad y de los buenos amigos en tiempos de crisis.Perla Szuchmacher.á