áHolmes siempre se anda quejando de que los criminales de hoy en día, por chapuceros, son una verdadera decepción. Ya hasta los asesinos en serie y los cadáveres en serie son aburridísimos. Pues en los cuentos que componen Las aventuras de Sherlock Holmes tiene lo que busca. Incluso un castigo a su misoginia, a través de una chica excepcional. Citar el final de mi prólogo creo que será suficiente estímulo: si le mandan en un sobre cinco semillas de naranja póngase pálido y haga testamento. Si encuentra en el piso una banda de lunares, por favor no se le ocurra usarla de bufanda por más frío que haga. Por último: si le ofrecen cincuenta guineas por una hora de trabajo, llame a la policía. No le haga caso a ese malvado de Holmes que dice que si usted acepta, se volverá un conversador amenísimo.