WILHELM (APOLLINAIRE GUILLAUME) APOLLINARIS DE KOSTROWITSKI
Bucarest es una bella ciudad donde parecen venir a mezclarse Oriente y Occidente. Todavía estamos en Europa si sólo nos atenemos a la situación geográfica, pero si nos fijamos en ciertas costumbres del país, en turcos, serbios y demás razas macedónicas cuyos pintorescos especímenes se ven en sus calles, nos encontramos ya en Asia. Y sin embargo es un país latino, los soldados romanos que colonizaron el país sin duda tenían vuelto constantemente el pensamiento hacia Roma, entonces capital del mundo y de todas las elegancias. Esa nostalgia occidental se transmitió a sus descendientes: los rumanos siempre piensan en una ciudad donde el lujo es natural y la vida alegre. Pero Roma perdió su esplendor, la reina de las ciudades cedió su corona a París, ¿por qué ha de extrañar entonces que, por un fenómeno atávico, el pensamiento de los rumanos se haya vuelto constantemente hacia París, que tan bien ha reemplazado a Roma al frente del Universo?