Gay no es sinónimo de homosexual, maricón, puto, tortillera, invertido, sodomita, señaló Carlos Monsiváis a principios del milenio. Y así también es lo queer, un término que de tan intraducible hace que el autor prefiera dejarlo en inglés antes de perder alguno de los posicionamientos enclosetados en sus diversas traducciones al español, desde jotería o putedad hasta lo marica o teoría torcida. De ahí parte Héctor Domínguez- Ruvalcaba para reflexionar sobre el campo de los estudios queer latinoamericanos que se han desarrollado desde dentro y fuera de la región. Su enfoque es el de la migración de los conceptos y las representaciones queer a lo largo de nuestro continente, con sus problemas de traducción, de adaptación y resistencias epistemológicas. El argumento central es que los estudios queer latinoamericanos han asumido el reto de cruzar las barreras culturales y dificultades de traducción, abriendo un espacio para una comunidad intelectual transnacional, que parte del análisis de las identidades pregay, la política LGBTI, el multiculturalismo y el uso de la teoría queer para comprender expresiones culturales y políticas que conciben el cuerpo más allá de la sexualidad y el género.