Pero esa familiaridad con autores y personajes, conseguida en el despacioso paladeo de autores y obras de nuestra literatura, que pudiera ser tachada de excesiva libertad de artista creador o de arbitrario fantaseo, ha dado aún mejores, más positivos frutos: su obra contiene un gran curso de ´lecturas españolas ´, un ciclo completo de literatura castellana desde el Poema del Cid hasta los modernos novelistas y poetas. No sería difícil escribir un tratado o exponer en una cátedra un curso de literatura española con libros o ensayos de Azorín como guión seguro, siguiendo sus observaciones y sugerencias. Azorín, con un gran conocimiento de la obra de nuestros eruditos, y con un respeto ejemplar para ellos (Con perdón de los cervantistas, ha titulado modestamente uno de sus libros), que para sí quisieran tantos ignorantes iconoclastas, no marchó, sin embargo, por su derrotero. El esfuerzo y los medios empleados para el conocimiento de los autores han sido los mismos, pero él no se ha consagrado al papel, sino a la imaginación ya la sensación que ha experimentado y de ese modo ha colaborado con los profesionales de la erudición y de la historia en la interpretación de nuestros clásicos, no sólo destacando la belleza de un pasaje de un primitivo o de un verso de Manrique o Garcilaso, o la función de un episodio de Cervantes o Alemán, o de una escena de una comedia del Siglo de Oro, sino adelantándose, en muchas ocasiones, en destacar el interés y sugerir la revalorización de ciertas obras del pasado español, a universitarios y académicos. ¿Quién como él supo ver la concreción de Berceo y la importancia del Lazarillo de Tormes en la historia del realismo español, y quién valoró ciertas desdeñadas Novelas ejemplares y quién descubrió los secretos encantos del olvidado Persiles, quién comprendió la significación trascendente de Larra, o el amor a las cosas de Galdós...? Y así podríamos, en páginas más páginas revisar al menudo todos sus escritos, y señala uno a uno, todos los aciertos en la interpretación de los clásicos que son conquistas definitivas en el conocimiento y comprensión de nuestra literatura.
