Hace 500 años Leonardo da Vinci vivía dedicado a enfrentarse a ´arduas tareas´. Fue pintor e ingeniero, y nunca se conformó con las explicaciones de los demás. Él necesitaba comprenderlo todo -¡pero todo!- por sí mismo. Cómo vuelan los pájaros, por qué vemos, qué hace que la sangre fluya por todo el cuerpo, por qué el arco es tan resistente, por qué el color del cielo, cómo hacer que un cuadro comunique vida, emoción, misterio... Tampoco es que rechazara aprender de los demás. Aunque era un gran autodidact