En principio, el estudio comparativo cumple con fines de claro significado técnico-jurídico, fines que van desde la búsqueda de un concepto tipo o de un modelo (Aristóteles investigó las constituciones del mundo, comparándolas para deducir de sus caracteres una apreciación valorativa que le permitiera construir el modelo de constitución perfecta) hasta el logro de lo que bien se puede afirmar como un contraste de peculiaridades (Montesquieu comparaba para apreciar mejor lo peculiar de las diferencias de las instituciones de los diversos países), sin olvidar que el análisis comparatista puede llegar a ser un método especialmente útil con vista a la reforma y mejora de las instituciones. Igualmente, el aporte del estudio comparado al ámbito de la política legislativa reviste mucha importancia, pues un buen conocimiento de la legislación y de las instituciones de países con ordenamientos próximos, podrá resultar de notable valor con vista a hacer frente a las nuevas exigencias normativas que se manifiesten en nuestro propio ordenamiento. En ese sentido, también en el ámbito del Derecho Penal se ha podido identificar las bondades de aplicar el estudio comparado, al respecto, Bacigalupo precisa que el método comparativo ha sido desde comienzos del Siglo XX el fundamento de todas las políticas de reforma del sistema penal que se han desarrollado en Europa.
