El arte gráfico de Maurits Cornelis Escher es único. Instantáneamente reconocibles por millones de personas en todo el mundo, sus obras reflejan un maridaje fascinante e infinito entre el arte y las matemáticas. El mundo de Escher, donde explora temas como el infinito y la paradoja, la geometría imposible y las perspectivas deformadas, rebosa imaginación y está ejecutado con una precisión inusitada y una exquisita atención al detalle. Nacido en Leeuwarden (Países Bajos) el 17 de junio de 1898, Escher fue un niño de salud quebradiza que no brilló en los estudios. Aun así, su evidente talento artístico lo llevó a matricularse en la Escuela de Arquitectura y Artes Decorativas de Haarlem en 1919. Si bien originalmente estudió arquitectura, materia que lo seduciría a lo largo de toda su carrera, pronto se pasó a las artes decorativas, donde se formó en dibujo y xilografía. Escher abandonó la escuela en 1922 y se embarcó en un viaje por España e Italia, el cual influiría sobremanera en su obra posterior. En uno de sus viajes conoció a Jetta Umiker, con quien se casó en 1924, y juntos vivieron en Roma durante los siguientes once años. Escher viajó profusamente por Italia, realizando esbozos y dibujos, muchos de los cuales muestran su creciente interés en modificar la perspectiva. Posteriormente el artista llevaría estas primeras ideas a su extremo, y basaría sus obras en «objetos imposibles», como los famosos cubo de Necker y triángulo de Penrose, de gran ambigüedad visual.