Memorias de un hombre feliz es un título cuya luminosidad pone de inmediato en guardia al lector. Una dicción prístina, una cadencia casi inocua y un personaje tan simple y preciso como un mecanismo hacen presentir, con cierto escalofrío, el verdadero carácter de esta novela, que es la historia de un crimen. Sin renunciar a los hábitos actuales de la metaescritura, ni a la reflexión filosófica o social, nuestro autor dibuja, fiel a su estilo narrativo, la historia intima de su protagonista, Tomás, quien nos hará con suprema minucia la confesión y la defensa de por qué y cómo decidió recuperar su vida merced a la ejecución de un crimen perfecto. El propio Darío Jaramillo Agudelo nos incita: ´He vivido en un tiempo y un lugar en los que todo el mundo se exime sin recato de cumplir la ley, no sólo el hampón. Cualquiera, por ejemplo, un tecnócrata rico y aficionado a la relojería, puede, llegado el momento, llegada la necesidad, encontrar razones para considerar que la ley no se le aplica a él y proceder en consecuencia. Me gustaría un lector cómplice del texto y de la historia. Corre el riesgo, eso sí, de convertirse en cómplice de un asesinato´.