GARCIA RAMIREZ, SERGIO RAMIREZ
En América -y dentro de ella, en México- dos corrientes disputan el imperio sobre las conciencias y los gobiernos. Por una parte, la vieja corriente autoritaria -con las expresiones propias del ´ingenio´ americano y mexicano-, y por la otra la corriente liberal y democrática también con manifestaciones propias de nuestro ´genio y figura´. En el largo camino recorrido para la reivindicación de los derechos del ser humano y la consolidación de la democracia hay avances considerables, pero también rezagos y retrocesos. Entre los progresos figura el nuevo Derecho interamericano de los derechos humanos, a cuyo amparo actúan los órganos internacionales de protección: Comisión y Corte Interamericanas, que durante varias décadas han velado por la vigencia de los derechos fundamentales y la formación de un cuerpo jurídico común en los países americanos. México forma parte del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos. En 1981 -un ´año parteaguas´ en la admisión formal del Derecho internacional en el orden jurídico interno- adhirió a la Convención Americana de 1969. A partir de 1998 reconoció la competencia contenciosa de la Corte Interamericana. En rigor, el Derecho Interamericano de los Derechos Humanos forma parte del ordenamiento nacional, aunque su fuente sea internacional, merced a decisiones soberanas de la nación mexicana expresadas en actos de adhesión y reconocimiento. A esto han contribuido, en los últimos meses, la reforma constitucional sobre derechos humanos de 2011 y las nuevas orientaciones jurisprudenciales adoptadas por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en julio del mismo año. Esta obra ofrece un panorama detallado de la formación del Sistema Interamericano y de la presencia de nuestro país en este proceso, que deberá favorecer el efectivo ejercicio democrático y el pleno imperio de la libertad y los derechos fundamentales. La obra da cuenta de los planteamientos formulados por México ante la Corte Interamericana y de los ´casos´ que nos conciernen directamente y que han culminado en sentencias condenatorias para el Estado mexicano. Estas son vinculantes para todas las autoridades internas y deben ser puntualmente cumplidas. El presente libro contiene, asimismo, reflexiones de los autores acerca del desenvolvimiento actual y las posibilidades futuras del Sistema Interamericano, y en torno a las decisiones y transformaciones pendientes para la completa recepción interna del orden internacional de los derechos humanos. Los autores subrayan la necesidad de ir más allá de las normas y el discurso que las exalta. Es preciso afianzar la observancia fiel de esas disposiciones que permita consolidar su efectivo cumplimiento. Este objetivo se halla presente en todo el curso de nuestra historia. Forma parte de la gran utopía que abrigamos desde el alba de la Independencia. Sigue vigente. Contribuye a ensanchar la claridad de nuestra existencia individual y colectiva y a disipar las sombras que a menudo la amenazan.
