Mientras reescribía estos mitos, intentaba imaginarme a mí mismo hace mucho tiempo, en las tierras donde se oyeron por primera vez estas historias, tal vez durante las largas noches de invierno, bajo el resplandor de la aurora boreal; o quizás sentado a la intemperie, despierto de madrugada en un día interminable de verano.
Me sorprendió descubrir, cuando terminé las historias y volví a leerlas como una secuencia, que dan la sensación de ser un viaje desde el hielo y el fuego del origen del universo, hasta el fuego y el hielo del fin del mundo.
Lean las historias del libro y háganlas suyas, y alguna noche oscura y gélida de invierno, o una noche de verano cuando el sol no se haya ocultado todavía detrás del horizonte, cuéntele a sus amigos lo que pasó cuando le robaron el martillo a Thor, o cuando los dioses le regalaron a Odín el hidromiel de la poesía
Neil Gaiman