Las leyendas tienen propósitos inconscientes de llevar nuestras vidas adelante; al concebirlas podemos darnos cuenta de que entre los seres humanos existe una identidad que data de milenios, que habla desde el pasado y se proyecta hacia el futuro. Porque aún cuando existimos y fallecemos en lo individual, somos seres infinitos en la pertinaz cadena humana. Esto explica nuestro deleite por continuar escuchando los numerosos relatos que proceden del origen de nuestras culturas y el afán por hurgar en ellos para deducir, aunque sea un poco, lo que somos y de esa manera comprendernos. Además, el mito puede ser una lección de vida. Tal es el caso, por ejemplo, de Ulises y las sirenas: el héroe se amarra al mástil para no enloquecer al escucharlas y eso es lo que debemos hacer en nuestra vida frente a las palabras de los aduladores profesionales. Este y otros mitos de la cultura grecolatina, son ejemplos a seguir para los políticos actuales.