Cualquier persona con un mínimo de sensibilidad estética habrá de convenir que el caballo y el toro bravo son dos de los más hermosos animales de la creación. Si se conjugan en armonía, como sucede en el arte del rejoneo, el espectáculo puede ser de una belleza extraordinaria. El cordobés Antonio Cañero, profesor de equitación, lo reavivó entre nosotros; lo practicaron más tarde figuras del toreo a pie, como El Algabeño, Juan Belmonte o Paco Ojeda; y en la posguerra surgieron Álvaro Domecq, el Duque de Pinohermoso, Pepe Anastasio, Conchita Cintrón... En esa línea se inscribe, como gran renovador del rejoneo, el sevillano Ángel Peralta. Una ficha escueta nos dirá que se caracteriza por su muy dilatada trayectoria y su marcada inquietud artística y personal. Afirma José María de Cossío que ha sido el rejoneador más espectacular que ha producido esta afición entre españolesö.áEste libro recoge la expresión directa de una personalidad singularísima. Combina así reflexiones históricas de calado con observaciones técnicas de gran interés, por emanar de su extraordinaria experiencia: los aires del caballo torero, las suertes del rejoneo, el milagro del temple... Entreteje todo esto con relatos y anécdotas jugosas. Y junto a la prosa, los poemas: sonetos, décimas, sevillanas, romances... dedicados a figuras del toreo, a lugares, a sentimientos; a momentos de la lidia para el recuerdo.