La musa que todo creador quiere. Polvo y paja que construyen un amor que se clava, como agujas de iridio, en el plexo solar; obstinado, ¿imposible? Fausto el mortal signado por un destino irrevocable; y J. transitando, sin prisa, el camino suave de la eternidad.á´¡Hurtar vida a quien tanto tiene! Seductor trasnochado que desea trascender en las entrañas de la mujer anhelo, delirio, esencia, exaltación, fe. Agradecimiento perpetuo a quien ha inspirado esta pasión de bálsamo; provocadora, animal; de redención, deleite y condena. ¿Aún tendré sombra o únicamente soy un espíritu calenturiento?´, dice el autor, mientras ella se erige altiva, majestuosa, en la luz imperecedera de cada estrella.áVeintisiete textos en armonía con los años suspendidos de la fémina de sol y ámbar, de malta y yerbabuena, escritos por la mano enjuta de un fantasma de la edad del hielo, del tecito de doce flores, del sarape doble para cobijar el perenne frío que al tránsito provocador de las palabras se transforma en la gula del alma.Así, el fuego consume, alimenta la esperanza.