Buena parte de las decisiones que afectan a la sociedad y al ámbito de las naciones y los pueblos no se toman en el orden estatal. Sin embargo, la hegemonía de un capitalismo sin competidores y la globalización de su modelo de crecimiento económico, el neoliberalismo, amenaza con convertir al Estado en un elemento apenas simbólico y a la sociedad en un agente políticamente neutral: pasivo en términos de deliberación, acción y decisión, y activo en términos de consumo y circulación de bienes y servicios. Entre el modelo de Estado-nación moderno y el del Estado mínimo neoliberal existen notorias diferencias respecto al ejercicio de la soberanía política, la construcción de imaginarios de nación y el papel de los ciudadanos. Una presentación esquemática de las mismas permite apoyar la idea de que las condiciones de exclusión social que se viven en América Latina y en los demás países periféricos, acentuadas por la lógica de la globalización económica, han creado y reproducido una forma ilusoria de ciudadanía: la ciudadanía de excepción. Esta forma de subjetividad política es, en buena medida, resultado de la negación del derecho a la nación, situación que si bien es de una enorme complejidad en términos políticos, sociales y culturales, no reviste un carácter definitivo o irreversible.
