Compartimos una época en la que una tendencia de la física nos ofrece sus sospechas de que el universo es supersimétrico, mientras que otra línea de sus especulaciones postula la idea de que el universo que imaginamos en expansión coexiste con otros y en todos campea el capricho del azar. Y que una u otra idea del universo comience a ser tenida como más que probable depende de los experimentos y las mediciones que desde hace años se realizan en el sur de Francia con el acelerador de partículas atómicas.á¿Pero eso qué tiene que ver con las palmeras y los paseos y la impunidad? ¿O con una ciudad casi sin palmeras, sus cafés y su vida universitaria, sus mujeres, sus maestros, sus poetas? Tal vez, para ilustrarlo, debamos llamar la atención de los lectores de esta novela hacia el epígrafe de H. Soderberg que se incluye en sus primeras páginas. Porque en verdad el vacío y la plenitud guían o refrenan nuestra ansiedad de trascendencia, al margen de sistemas de pensamiento o de obras. Y esta novela, alegóricamente, nos propone su respuesta. Así, en lugar de preguntarnos si en la búsqueda de la mujer, al encontrarla, un hombre proyecta en ella a todas las demás o si, al revés, al apetecer a todas las mujeres el hombre se pierde de una de ellas, nos quedamos con las dudas y vagabundeos, las charlas y los suspensos de un varón indeciso entre la femineidad y el emblema de las Tres Gracias.áPues la apetencia de un saber consistente, de un centro lumínico, levanta en el horizonte clásico a las Gracias para oponerlas a las Parcas. Y en esta novela de Juan José Macias -festiva y notable-, al enumerar sus personajes sus abundantes y pertinentes obsesiones cultistas y literarias, nos ofrecen un correlato de la búsqueda de la partícula de Higgs: virtud y rehechura o despeñadero; concentración de la vida en la compañía y el afecto o su derroche en el aislamiento. ¿Supersimetría?
