NOSTRADAMUS PRESAGIOS PERDIDOSEN VERSO 1555-1567 PROSA 1550

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Editorial:
TALLER DE MARIO MUCHNIK
Año de edición:
ISBN:
978-84-95303-02-8
Páginas:
473
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Astrólogo y médico, Nostradamus (Michael de Nostradame, 1503, St. Remo-1566, Salon) fue el vidente más leído del Renacimiento. Comenzó su trabajo de médico en Agen en 1529. En 1544 se trasladó a Salon, desde su fama viajó muy lejos gracias a sus brillantes intervenciones clínicas durante las pestes de Aix y de Lyon en 1546 y 1547. Comenzó a profetizar en 1547 con sus Centurias cuartetos rimados, agrupados por centenas. Era la época de auge de la astrología el hecho de que algunas de sus profecías parecieron haberse cumplido le ganó una gran celebridad y una invitación de Catalina de Médicis, reina consorte de Enrique II, para quién realizó los horóscopos de sus hijos. Las Centurias, publicadas en 1555, fue creciendo en número con cada reedición. La celebridad de Nostradamus como adivino databa sin embargo de 1550, cuando comenzó a publicar pronósticos y presagios en los almanaques, en verso y en prosa y ello hasta su muerte. Las ediciones originales de esos almanaques a menudo chapuzas defectuosas, eran unos efímeros fascículos que han desaparecido casi en su totalidad. En 1589 Jean-Aimé Chavigny, secretario de Nostradamus, intentó recopilar y copiar este corpus. Su manuscrito de más de setecientas páginas, armado a partir de veintisiete almanaques y pronósticos, contiene más de seis mil presagios, de los cuales 154 son cuartetos. En 1990 la Biblioteca Municipal de Lyon adquirió este manuscrito, hoy completamente restaurado y parcialmente discifrable. La edición crítica aquí editada entrega por primera vez al público la totalidad de los presagios en prosa atinentes a los años 1550 y de 1552 a 1559. El Index vaticano condenó las profecías de Nostradamus en 1781. Dado su estilo y contenido tan crípticos, hasta el día de hoy las profecías siguen provocando mucha controversia, algunas por referirse a hechos aparentemente ocurridos desde la muerte de su autor, otras por vaticinar lo que podrían ser hechos por ocurrir.