LUIS FERNANDO TALAVERA BENITEZ
Entre las ciudades mexicanas con sabor propio y que asombran a quien las visita, Oaxaca es una de las más bellas, porque concentra una enorme diversidad y riqueza tanto espiritual como material, producida por un estado único. En su extenso territorio pleno de montañas, valles, bosques, cañadas, selvas, costas, desiertos, ríos y lagunas, todos hallan motivos de encanto. No sólo para los visitantes, sino para sus propios habitantes, es menester darse tiempo para acabar las casi incontables fuentes de admiración y gozo que les esperan en cada región, y casi en cada comunidad, de este territorio de 93 mil 967 km² Por su vastedad, por la diversidad de elementos que atrapan los sentidos en cada paraje, quien desee adentrarse en el conocimiento de esta tierra privilegiada necesita abrir espacio suficiente en su alma para disfrutar la variedad de manifestaciones y entornos que reserva.
