A veces imagino que nos movemos por lo que faltó decir, que seríamos un gran y manso lago si escucháramos la plenitud de la palabra adentro y afuera de nosotros como un seno y una fuente. Otras veces me parece que nacimos quietos, sin palabra y nos movió el buscarla agradecer adentro y afuera de nosotros como una oración y un templo. Por supuesto, también trenzamos miedo en la corona de una vocación completa y preguntamos ¿dónde está el laurel callado de los que conocen el alma con verla? Pues folios y pergaminos ¿qué pueden sin la mirada? La rama más baja, y la voz es sólo un parche adentro y afuera de nosotros como un dolor y un lienzo.