Fragmentos de una sociedad asimilada en el crimen se conservan dentro de esta bolsa. Un padre desheredado de humanidad y compasión alguna al interior de los anhelos de su hija por poseerlo, por arrancarse la esperanza viva de una familia y negociar el apetito de la sangre entre las calles de una ciudad monopolizada por la crisis de las balas.áA la intemperie de una sobrevivencia crítica cada vez más asimilada en el cotidiano, el texto de Hernández, abunda en el camino de la búsqueda dentro de los esquemas de acción del teatro contemporáneo, apostando a una dramaturgia libre, cruda y poética en sus intentos de conciliar las almas que se ha llevado la guerra contra el narcotráfico al cementerio inmemorial de nuestro país: un padre fragmentado y la perturbación de una hija que vive el luto como exilio desde el hermetismo puro de la fabulación insólita por el dolor: Fragmentos de fragmentos, zoológicos de animales que se han disecado de tristeza en una ciudad del noreste donde los chicos fuman piedra sobre sus patinetas y las madres se desvanecen recordando a sus hombres frente a la carne empaquetada de los supermercados.áAngel Hernández luego de Aproximación al interior de una ballena nos ofrece un apunte profundamente desolador que alcanza mayor precisión al confrontarnos cara a cara con la violencia. Sirva esta bolsa, contenedor presentado bajo el aspecto de un libro, para llevar los fragmentos de un padre imposible de conformar, como una sociedad cada vez más alejada del espectro de la víctima para convertirse en el criminal.