La primera vez que vi a Ana Francis Mor fue en escena. Interpretaba a Obelix, el rey de los galos según el cómic francés. Yo qué sé si mi recuerdo es exacto, lo es a nivel de descripción del estilo de Ana Francis Mor. Un estilo definido por una extrema libertad, en la que las antípodas se tocan y se vuelven vasos comunicantes.áPor ejemplo el mito y el realismo. Por ejemplo los géneros sexuales. Por ejemplo la política y la fantasía. Por ejemplo el humor y lo trágico. Por ejemplo México y el mundo.áAna Francis Mor es propositivamente una teatrista disléxica. Una híbrida. Una tragicómica. Una transgénero. Una cosmopolita de Coyoacán. Una hija de Sor Juana y William Shakespeare. Una barroca posmoderna.áAlgo más, una cabaretera de ambición imparable, que ha sabido ir extendiendo la expresividad de su lenguaje visual y lingüístico, de manera que hoy logra en el escenario, ya sea del cabaret o del teatro, algo que se parece al cabaret pero es teatro, y viceversa, teatro que resuena como el cabaret.áUn estilo propio. Único. Eso es lo que ha logrado la Mor. Algo que muy contados teatristas pueden presumir.áUn estilo del que desborda vida y más vida. Un estilo en el que la joya hasta ahora más brillante es Para soñar que no estamos huyendo. Un texto dolorosísimo e hilarante que debe ser incluido ya entre nuestros clásicos del teatro en español.Sabina Berman.