El panorama de la cultura no admite más que pensar al límite. Se trata del límite de la racionalidad que se enfrenta al límite de la descomposición cultural y que se resiste a caer en las trampas de la autocomplacencia que se ofrecen en el medio de ese mal funcionamiento evidente de la cultura. Llegar al límite de la racionalidad significa no encontrar más justificaciones frente a una cultura que ha sobrepasado sus fronteras de comprensibilidad y auto legitimación, una cultura que carga su exceso de transgresiones a su propia legalidad, a su propia institucionalidad, a su propia moral y a su propia historia.áSe ofrecen en este libro tres críticas al límite de la cultura, intransigentes con sus seducciones y sus narcosis tranquilizadoras, con su éxito hedonista autocomplaciente, en contradicción consigo misma hasta violar su propia frontera. Nietzsche, Cioran y Bataille tienen en común un aire de familia crítico de delación y de sospecha de los recursos culturales de maquillaje de sus grietas, de sus desmoronamientos y contradicciones. Pero se trata de un ´aire´ de familia viciado, pestilente, emanado él mismo del devenir histórico, político, moral, religioso, frente al que se está levantando la sospecha de incongruencia, que está delatando e intentando destruir.áEs por esto que su rasgo común es una incapacidad, surgida de las entrañas, de soportar a esta cultura y sus artilugios escapistas; es el cuerpo que se enferma, el estómago que no aguanta más y se revela en la forma de diagnósticos y etiologías revulsivos, vomitivas, asqueadas de lo que ven.
