Encuentro un amargo placer en recordar aquellos días en los que mi existencia abandonó su cauce normal, en los que me vi envuelto en u tormenta que para siempre trazó su huella en mí. Jamás podré olvidar a Pensativa. Me sucede a veces oír su voz entre las ráfagas que se precipitan sobre los fresnos de mi jardín y en mil ocasiones me he estremecido encontrando en algus mujeres algo como reflejos de su gesto aquel tan grave, saudadoso, que le valió el nombre de Pensativa.