Aunque no comí,a heno, un perro vagabundo se apoderó, de un pesebre y no dejó, que un caballo, una vaca, una oveja y una cabra saciaran su hambre. É,stos llamaron al buey para que pusiera en su lugar al insolente.
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Ser egoí,sta y no compartir las cosas es una de las malas conductas que se muestran aquí,, mediante una sencilla trama que propone, con valor imprescindible, la generosidad.