La noción teológica de persona, concluirá el autor, no recibe su última luz más que a partir del amor de Dios por todo hombre en Cristo y a partir en último término de la analogía con la Trinidad. El autor prolonga así el pensamiento de Ruiz de la Peña. El texto ofrece una buena exposición del pensamiento de Ruiz de la Peña, analizado muy correctamente y encuadrado en su contexto. Está claramente articulado y se desarrolla en pasos muy precisos. El autor sabe también tomar una cierta distancia crítica cuando es necesario. El texto constituye sin duda una contribución notable al conocimiento de este teólogo español, uno de los más brillantes que hemos tenido en España en las últimas décadas del s. XX, que está llamado, creo, a ejercer un notable influjo en el s. XXI por su capacidad de diálogo y de confrontación con pensadores de diversas tendencias.