El Sol era un elemento de primordial importancia en la cosmovisión de los pueblos prehispánicos. Los aztecas habían heredado de la cultura tolteca la veneración de Tonatiuh, la representación deificada del sol, al cual aplicaban distintos motes como ´Niño precioso´, ´Águila que se eleva´ o ´El resplandeciente´.áEl Templo Mayor, en la ciudad de Tenochtitlan, era el sitio en el cual se realizaban las ceremonias a Tonatiuh, muchas de las cuales incluían sacrificios humanos rituales. El sexto soberano del Imperio Azteca, Axayácatl, en 1479, mandó colocar allí el que sería el homenaje más alto al dios solar: la Piedra del Sol. Este monolito ha perdurado hasta nuestros días y consiste en una piedra labrada en forma circular, con un diámetro de 3.57m y un peso de más de 24 ton.áLa superficie esculpida desborda simbolismo debido a la gran cantidad de elementos que están representados en ella, los cuales se han venido interpretando a lo largo de los dos últimos siglos.áLa composición está formada por elementos concéntricos, entre los cuales tiene la posición central el rostro de Tonatiuh luciendo una máscara de fuego y los cabellos dorados. Su lengua sale de la boca en forma de cuchillo de obsidiana, con lo cual se expresa el hambre divina de sacrificios rituales.