Fue la popularización de la cultura de la salud, con posterioridad a la segunda guerra mundial, la que hace proliferar los clubes deportivos y las piscinas para uso colectivo. Sólo los muy ricos tendrían la suya propia , mientras que la alberca campestre mantendrá su función recolectora a la vez que aliviará el calor de los más jóvenes. La cultura del ocio es el paso siguiente en la manifestación de la piscina familiar, que se ha aprendido a desear en las películas llegadas de Hollywood. Estas darán la pauta del diseño más original al romper con la uniformidad del perímetro rectangular y proponer formas sinuosas, con el lóbulo arriñonado y el corazón en la cima del deseo de la clase media occidental. Los nuevos materiales suponen un ingrediente más a la lista de mejoras permanentes en la creatividad de este elemento del jardín, asociado para siempre al buen vivir. Hoy en día la piscina ya no es un lujo inabordable sino que para muchas familias parece una presencia incuestionable en su casa de recreo. El presente anuncia que la piscina, convertida en una necesidad física para nuestro bienestar mental, se encamina hacia nuevas formas de crear emociones que nos proyectan a una dimensión nueva en el disfrute de los sentidos.