La evaluación del largo trayecto recorrido por Rodolfo Alonso en medio siglo conduce al lector a establecer la abolición del escenario histórico y cronológico, para que el trabajo poético de uno de los mayores poetas argentinos (y latinoamericanos) de nuestro tiempo pueda dejarse ver en toda su nitidez yen todo su misterio. En su condición de traductor (o mejor, de PrÃncipe de los Traductores) de tantos nombres eméritos, que corresponde a una verdadera recreación, él les transfiere esa respiración viva y alentadora que sustenta sus propios versos. En estos poemas de Rodolfo Alonso, el lector escucha una voz nÃtida e inconfundible. Son poemas acabados, completos en sà mismos, viviendo y respirando la autonomÃa envidiable. Hay un despojamiento en su poesÃa: un lirismo de palabras desnudas, de cielos desnudos, de mujeres desnudas y resplandecientes. La solaridad y la luminosidad de estos versos, ávidos de su propia economÃa, no se agotan en la claridad. El dÃa de Rodolfo Alonso tiene algo de la noche.