Tras la crisis cambiaría y financiera de 1995, el Banco de México hizo pública su decisión de abandonar el ancla cambiaria como base de su política antiinflacionaria, y adoptó oficialmente el esquema de metas de inflación. En el presente volumen, se cuestiona la validez del modelo teórico en que se sustenta esta estrategia en países subdesarrollados que exhiben un alto traspaso del tipo de cambio a la inflación, y se muestra que el aparente éxito en la estabilización monetaria en México se ha obtenido manteniendo ocultamente el ancla cambiaria, a través de la intervención esterilizada del banco central en el mercado de cambios, la contención del gasto público en inversión, y un acelerado crecimiento de la deuda pública interna colocada con fines de regulación monetaria. Los autores argumentan que esta estrategia es inviable en el mediano plazo, pues la sobrevaluación cambiaria deteriora la balanza comercial, y el lento crecimiento del ingreso, junto con la creciente deuda pública interna, deterioran el balance fiscal. A lo largo de la obra se proponen políticas alternativas para lograr un mayor crecimiento del ingreso, con estabilidad de precios y equilibrio externo.
