Hemos descuidado nuestra casa: el planeta donde vivimos, el medio ambiente que nos rodea y la diversidad biológica de la que formamos parte. La cultura occidental nos ha hecho sentirnos amos de la naturaleza y servimos de ella para nuestros propósitos, por egoístas que sean. Las consecuencias de esa filosofía de vida y de nuestras actividades como civilización depredadora están a la vista, aunque algunos insistan en negarlas o en sostener que no representan un peligro. La ley es una regla que sirve para vivir en sociedad, y que en sociedades democráticas regula las acciones de todos los individuos, buscando el beneficio común. Por eso debe jugar un papel trascendente para ordenar nuestro entorno, proteger a la especie humana, la biodiversidad de la que formamos parte y al planeta en que vivimos. El propósito de este volumen es hacernos reflexionar sobre el cambio climático y las medidas jurídicas que debemos tomar para paliar y revertir sus causas y efectos. El primer ensayo toca un aspecto central, donde confluyen ética y derecho: la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros para frenar el deterioro ambiental. Nadie puede sentirse ajeno a ese compromiso vital. El segundo trabajo aborda una teoría fascinante: la Tierra tiene su propia vida, es la imagen de Gea, la diosa griega que nos abriga y sostiene, está en un equilibrio permanente, tiene su propio ritmo, y en él estamos todos inmersos. Es una tesis que sostienen algunos de los más ilustres ecologistas y el autor juega con los efectos jurídicos de esta visión. Esperamos que este volumen contribuya al análisis de los fenómenos del cambio climático, incite a la discusión y logre interesar a más terrícolas para que actúen y protejan al planeta. Nuestra casa sideral es bella y no tenemos otra adónde ir. Cuidemos a nuestra madre tierra, nos ha dado todo lo necesario para vivir y progresar, pero hoy nos necesita.
