El mundo entero se escandalizó en 2003 con las fotografías y los vídeos que mostraban a los vigilantes estadounidenses de la cárcel de Abú Graíb, cerca de Bagdad, torturando a prisioneros iraquíes. En señal de protesta Fernando Botero realizó una serie de cuadros y dibujos que constituyen una condena implacable del Salvajismo del hombre. La serie Abú Graíb ilustra las facetas más crueles del infierno en la tierra y se inscribe en la noble tradición de las manifestaciones artísticas en contra de la guerra y la violencia, entre las que se cuentan Los desastres de la guerra de Goya, el Guernica de Picasso, las obras de los muralistas mexicanos y los cuadros pintados por el propio Botero en los años noventa en respuesta a la violencia desatada por el narcotráfico en Colombia.