Una mañana me encontraba yo dando un curso bíblico en una parroquia, a donde me había invitado un sacerdote amigo para que hablara sobre los nuevos enfoques de la Iglesia católica con respecto a la Biblia. Al finalizar la charla de ese día, en torno a los géneros literarios del libro del Génesis, se me acercó un señor que, con tono cómplice, me dijo: -Padre, no sabe cuánta paz me da el haber escuchado su conferencia de hoy. Extrañado, pues no atinaba a saber qué paz puede otorgar una exposición sobre géneros literarios, le pregunté: -¿En qué lo ayudó este tema? -Mire, padre -me respondió-, yo siempre había tenido como hecho rigurosamente histórico el episodio del arca de Noé y el diluvio universal. Y toda mi vida me esforcé en creer y aceptar cada uno de los detalles que allí se cuentan. Pero había algo que me perturbaba y me tenía intranquilo.