Acabo de pasar unos meses con la Mona y ella me ha cambiado la vida. Se habla mucho del hecho de que la traducción literaria sea un acto de ´apropiación´, pero también puede ocurrir el momento en el que un libro se apodera del traductor y, de verdad, en el curso de mi carrera entera, nunca yo lo había vivido con tanta intensidad. Cuando un lector se enamora de un personaje de novela, la experiencia suele ser bastante potente, pero cuando el traductor de la obra maestra de Andrés Caicedo se deja ´enredar´ -una de las numerosas palabras que constituyen el vocabulario de la ´Rubísima´- por la narradora y coautora ficticia de este libro tan singular y fascinante, corre el peligro no solamente de perderse en un amor quimérico sino de ´perder el rumbo´ en su trabajo, y hasta de poner en duda toda posibilidad de traducir semejante texto.