La deuda externa de los países del Sur no ha dejado de aumentar en los últimos años. Su impacto obliga a apretarse el cinturón y condena a la pobreza eterna a los que ya tienen sus estómagos vacíos. El pago de la deuda externa, además de sus consecuencias sociales y económicas, aumenta la deuda ecológica del Norte con el Sur, no sólo por la expoliación creciente de la naturaleza a la que se ven obligados, sino también por el comercio ecológicamente desigual y el deterioro ambiental. ¿Quién debe pues a quién?