Los conjuro por la mansedumbre de Cristo y por las entrañas misericordiosas del Padre celestial a no perder nunca el entusiasmo en el camino del bien. Vivan en Santa alegría. Camina con alegría y con un corazón lo más sincero y abierto que puedas, y cuando no puedas mantener esta alegría, al menos no pierdas nunca el valor y la confianza en Dios. Mantener el buen ánimo y cumplir el deber es lo propio de las almas más perfectas. Huye de la tristeza, porque ésta entra en los corazones que están apegados a las cosas mundanas.