Hace 33 años, en 1968, Regina, ?La Reina de México?, junto a 400 auténticos mexicanos, ofrecieron su vida en un sacrificio consciente por el despertar espiritual, moral y material de México. Fueron víctimas que amaban a sus verdugos, mártires que no esperaban nada a cambio, hombres y mujeres que soportaban sobre los hombros el peso de la patria bajo la premisa de la no violencia: verdaderos héroes movidos por la más alta espiritualidad y amor. Un Gobierno envejecido por el vicio y la corrupción acabó con aquellas vidas inocentes, pero su muerte no fue en vano. Hoy en día, los acontecimientos nacionales deben medirse a partir de un antes y un después de lo ocurrido en Tlatelolco. El 68 es el año cero de la nueva era mexicana, fue el momento del despertar, de la gestación de una nueva cultura, de una nueva nación. Treinta y tres años después, los retos son aún mayores. Es la hora de activar todas nuestras capacidades, de iniciar la construcción de un país como lo necesitamos, como lo queremos. Vayamos a por el tesoro heredado de la sabiduría milenaria de nuestros mareemos hacia el futuro, ¡ es la hora de México! Regina fue la persona que llevó a México hacia un despertar espiritual que provocó el nacimiento de una nueva etapa para el país en todos los órdenes. El 2 de octubre de 1968, en la víspera de los Juegos Olímpicos, la Plaza de Tlatelolco fue el escenario de la brutal represión del movimiento estudiantil que concluyó con una masacre. En aquel lugar, de hondas reminiscencias mágicas y simbólicas, y sobre un antiguo altar prehispánico, Regina, ?La reina de México?, fue abatida a tiros junto a ?Los Cuatro Guardianes de la Tradición? y el resto de personas que los acompañaban en aquel sacrificio ritual asumido y consciente. Un sacrificio de consecuencias energéticas y espirituales sobre el que hoy, treinta y tres años después, dan testimonio los autores que comparten esta obra.