Un revólver implica un tránsito. Una muerte -la pérdida- necesaria para la resurrección, el despertar de la conciencia a través de los demonios y de otros cuerpos. Un revólver rojo como la crónica de un viaje que no sigue una línea de tiempo convencional. Se llega a la encrucijada, al cruce de caminos donde hay pájaros y árboles incendiados y donde las palabras alcanzan su máxima tensión y estallan como ´dos granadas que caen en el muro rojo´, piden dispersión y despojamiento para dirigir los pasos por nuevas rutas poéticas. En esa ausencia, el caminante encuentra nuevas imágenes y compañeros de viaje de diferentes latitudes. Hasta que al fin solo, sólo vuelve a ´la música en las palabras´, para quizá entender que la poesía, como la felicidad, ´es una pistola caliente´ (The Beatles, dixit).